Entrevista con el actor, director y dramaturgo, que este finde semana llenará el Teatro Adolfo Marsillach.
Juan Diego Botto (Argentina, 1975) fue galardonado con el Premio Nacional de Teatro 2021 por su capacidad para “llegar al gran público a través de un lenguaje claro y sencillo pero cargado de poesía”, atributos que el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) destacaba del actor y dramaturgo.
Nuestra ciudad tendrá el privilegio de contar con dos de sus últimos trabajos, los días 11 y 12 de octubre, en el Teatro Adolfo Marsillach. El viernes, la historia de un inmigrante que consigue llegar a España en los bajos de un camión será el punto de partida de 14.4, una obra escrita por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Y el sábado, la poesía de Walt Whitman llenará la escena en Sobre las hojas de hierba, una propuesta que va más allá del recital para volver a enamorarse de la vida a través de las palabras.
PREGUNTA:14.4 es la increíble historia real de Ahmed, que se convierte en actor inesperadamente en un cortometraje en el que participa Sergio Peris-Mencheta. Desde ese momento su vida cambia por completo y ahora es él quien cuenta su historia sobre el escenario. ¿Cuéntame cómo habéis llegado hasta aquí?
RESPUESTA: Ha sido un proceso muy largo desde la primera vez que Sergio Peris-Mencheta va a este corto y el actor que tiene que aparecer no parece y el muchacho que estaba allí para asesorarle se encarga de sustituirle y así se conocen Ahmed y él. Cuando Sergio escucha su historia le dice: “algún día haremos una obra de teatro sobre tu vida”. Muchos años más tarde, yo llamé a Sergio para que dirigiera Un trozo invisible en este mundo, que fue nuestra primera colaboración en teatro, y fue cuando me contó que tenía una historia que le gustaría hacer conmigo. Fue pasando el tiempo, hicimos Una noche sin luna (Premio Max al Mejor actor y Mejor espectáculo de teatro 2022) y después, Sergio me insistió seriamente, así que me puse a escribir. Y cuando Sergio tenía que venir a España para dirigir 14.4 le diagnosticaron leucemia y todo se complicó, pero lo hicimos.
Con este montaje da la sensación de que se cierra un ciclo para él y las personas que le habéis acompañado y guiado. ¿Cómo lo sientes tú?
Ha sido un proceso increíble, inesperado, accidentado, pero también muy bonito. Ahmed estudió en la escuela de interpretación de mi madre, Cristina Rota, con una beca de cuatro años. En este tiempo ha trabajado como actor y hasta que no empezamos a vernos para escribir la dramaturgia y empezaron los ensayos no se podía creer que fuéramos a hacer una obra de teatro de su vida.
Ahmed ha tenido una infancia muy dura, huyendo de una familia complicada con un padre maltratador. Decide que está mejor en la calle que en su casa y a los 9 años llega a España. Todo en la vida de Ahmed es particular y contar su historia en este momento tiene para nosotros todo el sentido.
Ha sido también un proceso sanador para Sergio, que en medio de su enfermedad encontraba la luz y la calma cuando podía dedicar tiempo a lo suyo. Y por mi parte, estar presente y ver cómo ha salido todo adelante ha sido increíble.
Siempre son oportunas las historias como la de Ahmed, pero ¿cómo es posible que todavía tengamos que recordar que para millones de personas sus hogares son infiernos?
Creo que hay un montón de cosas que si no las cuenta el arte no las cuenta nadie. Parece que a las ONG se las ha dejado de prestar atención, pero tienen mucho que aportar y muchos menos intereses que las empresas de comunicación, por ejemplo. Y el arte también habla desde un punto de vista desinteresado, desde las emociones, desde el corazón, y siempre es importante que nos recuerde que hay cosas que no deberían pasar, que los niños son niños independientemente de dónde vengan, que tienen derecho a cuidados. Y que los menores de edad siguen siendo niños.
En 14.4, además de realismo descarnado nos encontramos con poesía. ¿Crees que la poesía nos puede rescatar de la indiferencia sobre lo que todos los días vemos en los informativos, en este caso la situación de las personas migrantes?
El arte te permite empatizar con otra persona y darte cuenta de que es igual que tú o que tienes los mismos anhelos, sueños y necesidades. En una pieza informativa eso no llega, se queda casi en la mera estadística. Pero detrás de los números hay seres humanos. Detrás de ese “otro”, que es el demonio, esa otredad infernal que viene a acabar contigo, hay alguien igual que tú. Ese es el espacio del arte y la poesía.
Sobre las hojas de hierba es el montaje que tendremos en nuestra ciudad el sábado 12 de octubre. ¿Qué viaje poético nos propones?
En la Sala Mirador de Madrid llevamos varias temporadas esforzándonos en llevar la poesía al escenario y acercarla al público. Fruto de ese trabajo nace Sobre las hojas de hierba. Walt Whitman es para mí y para todos los que hacemos el montaje uno de nuestros poetas favoritos, y a pesar de ser del siglo XIX, cuando lees sus versos parece que se escribieron ayer y parece que te hablan directamente a ti. Es increíble la modernidad con la que escribe, que está en el estilo y también en los temas.
La poesía de Whitman tiene lo que habitualmente tienen tus trabajos, belleza y compromiso.
Lo que más me gusta de este autor es que te interpela directamente para que te des cuenta de las cosas básicas, de aquello que uno olvida en el día a día, pero es lo que nos hace ser humanos: el contacto con nosotros, el tener tiempo, los detalles, un atardecer, las pequeñas cosas que hacen que la vida merezca la pena. Al mismo tiempo, la lucha contra la esclavitud es una de sus señas de identidad y hay una apelación constante a la búsqueda de libertad y de solidaridad. La poesía de Whitman ha marcado claramente la poesía contemporánea, y yo creo que sí, que tiene que ver con lo que tú dices, porque después de escuchar a Whitman sales reconciliado con la vida.
Además de las palabras, ¿qué más va a escuchar y ver el público sobre el escenario?
Es un recital de poesía en el que estamos Nur Levi, Alejandro Pelayo, que toca en directo sus composiciones originales al piano, y yo. Vamos leyendo poemas y explicando algunos de ellos, trayéndolos a la actualidad para ponérselo más fácil al espectador. Es una pieza muy sencilla en la que queremos que se pueda disfrutar de la palabra y de la música. No queremos que sea algo erudito, queremos que todo el mundo lo pueda disfrutar.
Haces que parezca fácil, pero seguro que detrás hay mucho trabajo.
No es sencillo. Hay muchos poemas que se pueden leer y el trabajo de selección es enorme. Se quedan muchos fuera, pero además hay un trabajo de estudio muy profundo por parte de los tres. Hay que entender bien la época y la biografía de Whitman para que al leer sus poemas suenen como tienen que sonar, y lo mismo pasa con la música.
Guadalupe Grande, poeta vinculada a esta ciudad, que dirigió nuestro Centro de Estudios de Poesía, decía que la escritura poética es un acto de rebeldía y desobediencia. Creo que hacer un montaje escénico como este también lo es. ¿A qué estás desobedeciendo tú apostando tan fuerte por la poesía en un espectáculo así?
Hay que desobedecer al pesimismo, a la sensación de que nada se puede cambiar. Hay que pelear contra eso, porque nada es eterno. Creo que hay que pensar con perspectiva, que, aunque estemos viviendo este momento, todas las rebeldías anteriores tienen un sentido, nos acompañan, nos han traído hasta aquí y siguen siendo necesarias.
La Plaza de Sanse