Sergio FERNÁNDEZ/ San Sebastián de los Reyes, Madrid / 10.03.2020
El Teatro Adolfo Marscillach de Sanse disfrutó de la noche del viernes con el concierto de Iris Azquinezer en el escenario de cerca. Escuchar a Iris, es viajar a través del tiempo sin ningún rumbo fijo hasta que surge de pronto un instante que en su eterno girar se suspende en el aire y nos muestra la esencia del presente en una especie de milagro sonoro.
Su nuevo disco, Blanco y Oro, es el segundo de una trilogía que une las Suites de Bach con obras propias, compuestas en las mismas tonalidades que el gran compositor de Eisenach. La tercera y cuarta Suite para violonchelo solo de J.S. Bach son los protagonistas de este disco, el DO Mayor (blanco) y el Mi bemol Mayor (Oro).
La violonchelista exhibe a partes iguales un enorme coraje y un profundo espíritu poético. Sea en vivo o en disco, Iris toca el violonchelo desde el interior, desde el alma tanto del instrumento como de su persona. Dotada de un gran poder de comunicación, Azquinezer, pertenece a esa raza de músicos incapaz de dejar indiferente a nadie.