Guillermo ESCOBAR/ San Sebastián de los Reyes, Madrid / 31.08.2024
Las figuras relevantes son aquellas que, tras su paso, por esto que llamamos vida, cuando nos dejan, lo hacen con una estela, un pequeño libro de instrucciones para que sepamos hacer las cosas a su manera. Cambian algún pequeño detalle del mundo. Y los que seguimos, heredamos su buen hacer porque su inspiración sigue en nuestro recuerdo. Es el caso de uno de los corredores más influyentes y conocidos de los encierros. Y si su cara no les suena, su nombre seguro que sí. Hablamos de Julen Madina, el más mediático de todos ellos, que se forjó un nombre de leyenda corriendo entre los aseados, desde sus inicios de adolescente en el lejano 1972, cuando corrió por primera vez en Pamplona, hasta 2013, el último verano que lo hizo. Aquí, en San Sebastián de los Reyes, fue muy querido y, al morir en 2016, dejó una gran familia de amigos y hermanos.
El sábado 31 de agosto, se le rindió un homenaje con la presentación del libro de Emmanuel de Marichalar, que estaba previsto se escribiera a cuatro manos, junto a las del protagonista fallecido. Pero no pudo ser y la familia dio acceso al escritor a todo el material gráfico y personal de Julen, para que este libro pudiera salir a la luz.
Entre amigos, familiares y personas que contaron anécdotas y destacaron su importancia, no sólo como corredor, sino como asesor para mejorar lo que se podía mejorar para hacer unos encierros mejores, hoy se le recuerda. Como aquél amante del peligro y las emociones fuertes, experto en artes marciales, aficionado al parapente, al rafting, a los toros y al surf. Con 6 pendientes, 3 en cada oreja, uno por cada vez que había salvado la vida. Tantas veces entre los cuernos de los toros, galopando con su particular estilo y entrando en las plazas que más amó junto a los animales que tanto respetaba. Las plazas de Pamplona y de Sanse, que le recordarán para siempre por su manera de comportarse en los encierros y en la vida.