Laura RODRÍGUEZ / San Sebastián de los Reyes, Madrid / 14.05.2020
Decían los antiguos romanos que aliviaba la melancolía. Y siendo, como es, una fruta de primavera, que necesita luz y agua para germinar, no nos extraña. Es la fresa que, por San Isidro, está en plena temporada de cosecha. En San Sebastián de los Reyes, podemos hacerlo nosotros mismos en la finca Monjarama, una plantación con 4 hectáreas de fresa que el público puede recolectar con sus propias manos. Una experiencia que empezó a funcionar hace cuatro años y que, además de continuar fidelizando antiguos y nuevos clientes, podemos decir que, por estas fechas en Sanse, se empieza a convertir en una tradición.
Ubicada en la Vega del Jarama, entre el río Jarama y el Arroyo de Quiñones, a la finca Monjarama se accede por el Camino de Barajas. En la entrada, escrita en varios idiomas, la palabra “fresa”. Junto a ella, cestas que ahora, por las medidas sanitarias frente al covid-19, no se pueden utilizar, y una báscula que antes del coronavirus permitía pagar al peso. Ahora, para evitar la manipulación y el contagio, ambas cosas se han sustituido por cajas de dos tamaños que el propio cliente elige, paga y rellena.
Es, nos dice Hugo Vela, su propietario, una actividad familiar divertida, en contacto con la naturaleza y ‘libre de coronavirus’ si cumplimos las medidas sanitarias que han adoptado.
Así, desde hace cuatro años, ha concebido Hugo este espacio que está certificado por el Comité de Agricultura Ecológica de Madrid. Él, que lleva más de veinte años dedicado a la agricultura ecológica y es la cuarta generación de una familia dedicada al cultivo de fresa, ha sabido adaptar el viejo proyecto familiar y abrirlo al disfrute de quien esté interesado.
En San Sebastián de los Reyes hoy sigue habiendo cerca de 2.000 hectáreas de cultivo activas. Pero los agricultores locales casi se pueden contar con los dedos de una mano. Suerte que Hugo sea uno de ellos y que haya encontrado una fórmula, no solo para mantener viva esta tierra, sino para hacer partícipes de ella a todo aquel que quiera disfrutarla.
Cuentan antiguas leyendas europeas que las hadas del bosque adoraban las fresas y que los agricultores las plantaban para atraerlas y que les ayudaran a tener buenas cosechas. Y así parece funcionar en esta extensión de 12 hectáreas en la que, cerca de las fresas, crecen otros productos de huerta, un campo colorido en el que cultivan su flor cortada, una parte de uva que se cosecha en septiembre y otra zona específica que cobra protagonismo en Halloween, ofreciendo al público, de mayo hasta octubre, distintas posibilidades.
Y, de la tierra a la tienda, si no queremos ensuciarnos las manos, Rosa nos lo prepara en una bolsa de papel y listo para llevar.
Son delicias que nos regalan la mirada, el olfato y el paladar, algunas de las cuales también podemos disfrutar allí mismo, en esta terraza al aire libre en la que solo se sirve sus productos-estrella: zumo, helado o, en mayo, por San Isidro, simplemente fresas.